Nos encontramos ante una nueva agresión homófoba en nuestra ciudad. Una más. Ayer 9 de agosto del 2022, a las dos del mediodía en el barrio del Eixample Esquerra. Según datos del Observatorio contra la Homofobia, durante el primer semestre de este año se han producido 117 incidencias por lgtbi-fobia, un 34,5% más que las 87 del primer semestre del año 2021.
La Sindicatura de Greuges de Barcelona condena rotundamente estos hechos y desea compartir unas cuántas reflexiones alrededor de la violencia que sufren las personas LGTBI+. Una sola agresión, una sola discriminación hacia el colectivo LGTBI+ nos debería preocupar mucho. Pero es que la agresión de ayer, como demuestran las cifras, no es un hecho aislado. Es necesario activar todas las alarmas posibles y actuar de manera firme contra estas violencias.
Lamentablemente, esto es solo la punta de un iceberg. A causa del estigma que todavía comportan los temas relativos a la orientación sexual y la identidad de género, la violencia y la discriminación contra las personas LGTBI+ queda frecuentemente sin denunciar, sin documentar y, en consecuencia, sin castigar. No ha sucedido en este caso, en el que una persona vecina sí que capturó las imágenes con su teléfono móvil y los cuerpos de seguridad pudieron intervenir.
La intensificación del trabajo de concienciación sobre los niveles de violencia y discriminación a los cuales las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y de género no conforme se ven sometidas cada día es, en ella misma, una medida esencial para hacer frente a este flagelo. El trabajo de acabar con esta violencia y discriminación es difícil y lento. Básicamente porque la reclamación de estos derechos no ha sido dirigida muchas veces por instituciones que lo deberían haber hecho, sino que se han visto lideradas por un movimiento de reclamación de derechos de abajo hacia arriba, por la presión de movimientos y grupos sociales hacia instituciones locales, nacionales e internacionales.
Esta lucha nos interpela a todas y todos. Es una lucha de derechos humanos desde una perspectiva interseccional. El argumento a favor de extender a las personas LGTBI+ los mismos derechos de los cuales disfrutan el resto de personas no es radical ni complicado. Se basa en dos principios que fundamentan las normas nacionales e internacionales de derechos humanos: igualdad y no discriminación.
Sin embargo, todavía persisten discursos y actuaciones que pretenden justificar la desigualdad, y estigmatizar y preservar un determinado statu quo. Frente a esto, es necesario reivindicar que la lucha por la dignidad de los derechos del colectivo LGTBI+ es una lucha por una humanidad diversa de la cual todos y todas formamos parte.
Desde las sindicaturas locales, ante el auge de las acciones y de los silencios negacionistas, deberíamos dar un paso adelante para acompañar los itinerarios de las personas que denuncian agresiones y discriminaciones lgtbi-fóbicas. Nuestros principales objetivos, trabajando de forma coordinada con entidades y otras instituciones para evitar revictimizaciones, tendrían que buscar la forma de reparar la dignidad de la persona, combatir estas violencias, y fomentar la prevención y la sensibilización para evitar su naturalización.